miércoles, 28 de agosto de 2013

1. Cuando todo deja de doler, el análisis brota de la frente. De esa cabeza que poco utilizamos cuando se siente una pasión y apegos. 
2. Ayer pude matar al troyano, después de casi más de 24 horas en lucha.
3. Ayer hablé con una de las personas que más quiero en este mundo y que siempre con sus palabras sabias hace que toda lágrima desaparezca con risas y temas interesantes. Ayer hablamos de eso (Papá Pitufo y yo) de la condición de lo amoroso, la seducción y los grados de madurez para mezclar estas dos.
4. El amor es una última capa que siempre necesita seguimiento, constancia y que en sí mismo necesita rebasar aquellas vistas ciegas del enamoramiento, el ego, la seducción, y el interés propio. Y que al final las palabras siempre son necesarias para ajustar la balanza de los sentidos y los sentimientos propios y mutuos.
5. El poder del  ajuste emocional se da en silencio y en diálogo.
6. Hoy ya no duele, hoy vuelvo a respirar y a sentir miedo e incertidumbre porque sé que hay otro futuro por venir.
7. Dejó de llover, sólo queda un cielo gris y algo de frío por las mañanas, pero cuando menos... todos los días son diferentes :)

martes, 27 de agosto de 2013

1. Hoy me acordé del Principito, más bien, me imaginé qué se siente estar sentado en un volcán sin el amor de su rosa.
2. Sabes qué se siente. Primero se siente horrible, pero luego hay un gran dolor y luego un vacío que abarca todo el corazón. Así se siente. Mi rosa ayer me dijo que no me quiere y que se prometió a sí mismo no volver a sentir porque ya hubo una "Única" que le coronó con un dolor para toda su vida.
3. Yo ya lloré casi toda la noche mientras bajaba un antivirus para matar a un troyano de mi laptop. Hoy el día está gris, literalmente, llueve y hace frío. Escenario tan simbólico de lo que se cocina aquí arriba del volcán. También lloré un poco más por la mañana y es que me quedé dormida y nunca pude matar al troyano y luego pues dormí y soñé algo más simbólico.
4.Estaba en un mercado, de esos donde hay venta de quesos, pasteles, frutas, verduras, mariscos, embutidos y hay quien cocina comida para sentarse y comer. Bien limpios y cuidados, recuerdo haber visto uno en Calgary, pero con más aire mediterráneo, por lo colorido y la gente. Soñé a mi rosa en un puesto de legumbres, lo miré porque era inevitable no sentir ese impulso de verle, pero como no suelo perseguir a la gente que decide irse, seguí mi camino y compré una pasta con pepperoni, a la cual le hacía falta para mi gusto una almeja grande que pudiera alivianar mi dolor. Busqué entre quesos y su demostración, deliciosos cuando llegaron a mi boca. Llegué al puesto de mariscos y ahí estaban cuatro almejas gigantes, hermosas con su concha brillante, que no alcancé a comprar entre me distraía en los quesos, pastelillos y otras curiosidades. Cuando llegué al puesto de mariscos nuevamente, ya no estaban las 4 hermosas almejas gigantes en el mostrador. Pregunté si tenían almejas para llevar, había sólo dos, pero sin concha, había una grande, blanca, hermosa y carnosa. Otra estaba amarillenta, pequeña y parecía un poco seca. sin vigor. Compré la almeja grande sana y carnosa, expuesta con toda su carne ante mis ojos.
5. Aquí arriba del volcán se pueden ver dos cosas, que la soledad no apena tanto, que los dolores se sumen muy abajo de la tierra, hasta lo más profundo del estómago del volcán y que aún, a pesar de todo, como una almeja expuesta sin su concha, ha una llama dentro, que saldrá cuando una rosa realmente me aprecie, cuide, respete, proteja y ame.
6. Yo por mi parte como el Principito, no pierdo la verdadera ilusión de mi corazón. La de seguir amando como siempre a pesar de las cicatrices y los callos.
7. Sigo bajando luchando contra el troyano y aún no desinfectamos la máquina, espero pronto pueda hacer uso nuevamente de ella, ya que ahí están todos mis escritos.

sábado, 24 de agosto de 2013

1. Muchas veces he escuchado que las mejores obras escritas se han logrado en plena desgracia. No sé si estoy en alguna capa de la desgracia; ya que no tengo dinero, ni he firmado contrato de mi trabajo porque simplemente estoy fracturada de un pie y lo que puedo comer, un tema interesante y cotidiano, cabe en una bolsa para poder trasladarla al sillón donde debo tener la pezuña en reposo, así como batallo para moverme dentro y fuera de casa con un dolor que sólo me hace gritar "demonio".
2. No he escrito porque la desgracia no la siento; ya que han estado aquí los amigos, los pocos, pero a los que amo tanto.
3. Y los maestros de quienes aprendo mucho. Gracias a todos ellos por siempre ampliar este poco conocimiento que me acaricia.
4. La desgracia no inicia a ser escrita en la banca rota, en la falta de comida, en la imposibilidad de moverse a placer, en el rechazo laboral sin ser culpa de la integridad humana, la desgracia sería la de no poder amar a nadie. Y créanme, que cada que llaman ellos, o vienen a casa, me siento feliz.
5. Lamentablemente aún no le caigo bien a la desgracia, no al menos completamente. Porque aquí la amargura de un largo día, la vienen a derrumbar mis amigos-hermanos.
6. Gracias.

viernes, 16 de agosto de 2013

1. Tal vez fueron las circunstancias de poco dinero, de ser extranjeros, de la soledad y el extrañamiento de estar lejos de casa lo que nos llevó a una buena amistad. A Edgar Ramonet lo veo tocando la ventana del basement unos días antes de irme de Toronto.
2. Cuando Dios me da su fuerza, es porque yo estoy tan débil y le agradezco que esté en mi mente como es, como la forma del otro, de mi otredad.
3. Me llueve aquí dentro, me llueve con mucho dolor. Pero sé que Él no me deja, no al menos como un pensamiento que me hace fuerte y suave.
4. Ayer vino Pandi y aunque no le dije, le di mi lealtad y mi amistad. Sólo aquellos que la han perdido, saben cómo se siente. Suena ego, pero lo digo por aquello que me escriben en momentos de necesidad.

martes, 13 de agosto de 2013

1. Escribir es más que género, dinero, escrúpulos y estereotipos.
El muñeco de felpa
 Por Isadora Montelongo 

─Te ves muy guapo hoy.
─Me he caído dos veces (vuelve a caer). Tres y no pasa nada. Es por el relleno.
La joven madre está nerviosa. Mira a todos lados tras los vidrios polarizados. Busca impaciente la presencia de algunos perros en la central de autobuses. Un policía que custodia la sala de espera de la central camionera, le habla con el español mocho y la deja encerrada. Ella enciende un cigarrillo mentolado, que compró hace algunas horas. El tabaco se estremece entre los labios de la mujer, ella tiembla suavemente, mientras espera. Mira el letrero del camión que parte hacia Los Ángeles; California.
La mujer da vueltas de aquí para allá en el reducido espacio.
Ellos se ven, uno al otro se voltean  a mirarse las caras, sonríen.
El niño que acompaña a su joven madre mira al muñeco de felpa y el muñeco de felpa le mira.
─ Necesitou sus Passports, ─dice el oficial  cuando vuelve y abre la puerta.
La joven busca en la bolsa, riega todos los  cosméticos que compró en el mercadito del jueves. No encuentra los pasaportes. Los busca nerviosamente en la única maleta que lleva acuestas, ante la mirada insistente del policía , esparce la ropa del niño y los pañales entrenadores. La joven madre lo encuentra, lo pone con la mano temblorosa en las manos del oficial, espera nuevamente adentro de la habitación bajo las órdenes del policía de inmigración.
La mujer camina de un lado tras otro, piensa en lo que hizo bien el día jueves.
─ Me gustas (se abrazan)
─ Tú también me gustas (se abrazan)
─ Eres mi mejor amigo, desde que te conocí.

***

El sol penetra la piel, el calor reseca las gargantas de los transeúntes el día jueves. Dinora pregunta un precio tras otro, compra y todo lo echa a la bolsa, lleva a Kevin de la mano, el niño se suelta, corre a un puesto de juguetes usados que ha visto desde un largo rato, toma a un  muñeco de felpa y lo abraza sin querer soltarlo.
Dinora arrebata al muñeco de felpa de los abrazos de Kevin. El chico llora y no para de gritar. A la madre no le queda más remedio que preguntar el precio del muñeco de felpa. Ella lo manosea,  vuelve a preguntar el costo hasta que regatea, paga y se lo da a Kevin.
─ Me duele cuando me aprieto el estómago, ─Kevin empieza a hablar inmediatamente con el muñeco.
─Yo te cuidaré.
─No dejes que me vuelva a tocar la boca con todos sus dedos. Mamá fuma y los dedos le huelen feo.
─ No dejaré que te toque.
─ No siempre me duele, sólo cuando vamos a Los Ángeles.
Un cholo chifla. Dinora, lo ve, le hace un gesto, deja al niño con el muñeco de felpa dentro de su camioneta vieja que estacionó a la orilla del tianguis. El chiquillo juega, balancea al muñeco de felpa por el asiento. La madre voltea a todos lados, el cholo se acerca, presumiendo tenis blancos y pantaloncillos cortos nuevos. Introduce discretamente una bolsa negra en el bolso de la joven, mientras la abraza. Le da instrucciones. La mujer asiente insegura. El cholo con la cabeza rapa la toma del brazo, se acerca al oído y la estruja.

***

─ Siento que voy a vomitar.
─Si vomitas te vas a manchar y echarás el taquito de barbacoa.
─No aguanto, me siento mal.
Dinora da vueltas vertiginosamente sobre sus pasos. Se siente nerviosa de estar encerrada en la cabina del guardia. El niño y el muñeco de felpa la miran. Dinora va de un lado para otro.
─ Abrázame y te sentirás mejor. ¿Quieres que recemos?
─ Sí

***

Dinora entra a la camioneta, después de hablar con el cholo. Hace que Kevin se recorra en el asiento, abrocha su cinturón y le explica que ese día cenará mucho en los taquitos de adobada que le gustaron desde que llegaron a Tijuana, cerca del mercado Hidalgo, que le comprará lo que él quiera, que irán a la casa donde se hospedaban y se dormirán hasta tarde, siempre y cuando se porte bien como cuando estaban en su casa de Monterrey y se coma todas  las albóndigas blancas que parecen de masa dulce.
Kevin cumple  con la primera parte (comer todas las bolas blancas). Pero mamá no le consintió ver tele, porque vomitó todas las bolitas que mamá le dio.
Kevin ya no quiere ser el que lleve las albóndigas blancas en la panza. Quiere ya no sentir el estómago revolverse cada que entran y salen las albóndigas. Kevin, aunque le gusta la ciudad de Los Ángeles, ya no quiere ir.
La madre muy temprano lo despierta y se lo lleva al altar de Malverde para pedir que todo salga bien en el viaje a Los Ángeles.
─ Mira, así, junta tus manos y reza al viejo bigotón al que le dejamos la piedrita en su casa verde.
─Malverde.
─ Rézale, con los ojos cerrados.

***

Dinora se asoma por la ventana del cuarto de espera. Ve venir al policía. Él la hace pasar directo al siguiente camión que va para Los Ángeles. Dinora le entrega un sobre, él lo esconde y la escolta al autobús. Kevin y el muñeco de felpa avanzan.
Dinora avanza aprisa al paso del oficial.
─Apúrate.
─No voy a poder correr, tengo ganas de vomitar.
Kevin vomitó todo la noche anterior. Durmió enseguida abrazado del muñeco de Felpa. Dinora deslizó sus manos y lo arrancó de los brazos del niño, lo abrió con mano experta y le quitó el relleno suave. Lo sometió al ejercicio de las albóndigas blancas. Abrió la boca del muñeco y metió una albóndiga polvosa, que le dio el cholo en el mercadito de Hidalgo, una tras otra, hasta completar cinco. Kevin despertó y molesto reclamó la compañía del muñeco de felpa. Dinora le regresó el muñeco de felpa para que parara de gritar en el berrinche.


***

─Tú puedes aguantar. Yo he aguantado todo lo que me mete mi mamá.
─No voy a poder.
─No vayas a vomitar, porque mi mamá se va a enojar y luego ya no nos va a llevar a Los Ángeles. Y lo peor es que ya no tendremos dinero.
Dinora entrega los pasaportes, toma a Kevin entre los brazos. Kevin carga al muñeco de felpa sobre su cuerpo. El policía la deja pasar hacia el andén, cuando ve que no hay ningún perro entrenado cerca.
Kevin, aprieta al muñeco de felpa y le da ánimos para que no vomite como vomita él cada que su madre lo lleva de viaje.
─Tengo miedo.
─No temas. Yo voy a estar contigo todo el viaje, como mi mamá ha estado conmigo. Ya verás que pronto va a pasar rápido cuando estemos del otro lado.
─ ¿Duele?
─ Poquito
Dinora, Kevin y el muñeco de felpa cruzan la frontera. Kevin sonríe  y el muñeco de felpa también.

─ Ya casi se termina todo, ─ dice Kevin abrazando cariñosamente a su amigo de felpa.

sábado, 10 de agosto de 2013

Sigo con el yeso y no me pierdo entre los recuerdos...

1. El día empezó nefasto, pero estaba ciega y quería fiesta. Nadie se apuntó. El chico al que invité desde dos días con anticipación, rajó leña (y con lo que me gustaba). Ir sola no me detiene, suelo estar sola mucho tiempo, pero me he vuelto más tímida que otros años, ahora debo cuidar mi imagen de maestra y narradora. Las cosas no son como cuando estaba en Canadá que podía fumar un poco de w... con mis alumnos y los homeless con los que me reunía cerca de casa (y es que la gente es más comprensiva o menos puritana). Me encontré afuera del bar al que frecuento porque hay buen ambiente, camaradería y siempre tengo con quien hablar. Estaba cerrado. Le hablé al morro que rajó. Y bueno, a fuerza ni los zapatos... Me gustan los hombres entrones, caballerosos y  que lloran con un solo ojo al final del día.
2. Ely y Arlean llegaron. El presupuesto era mediocre y nos fuimos al Beto's, una cantina a la que no había ido nunca. Llegar a la puerta es respirar pipí. No es que no me guste la pipí, si es calientita y dorada, pero es que la verdad lo punketo y rebelde, hace rato lo tiré cuando cambié de calzones y le agarré afecto al dinero. No me corresponde decir que el Gobierno es una cadena oxidada que para moverse, necesita vender patrias. Ni tampoco me corresponde ponerme unos mechones de colores y vestir de negro para sentir que todo esto se lo está llevando la chingada, ni mucho menos es mi plan de vida estar ácida en contra del sistema. Pero con lo que sí comulgo es con los buenos precios de la caguama que venden ahí. Buen lugar si se tiene poco dinero y se quieren ver párpados negros a plena luz del día.
3. Lloré con la segunda caguama y es que la cerveza me provoca una especie de orgasmo emocional. Debo decir que sigo siendo alérgica a la cerveza, pero últimamente ya no se me refleja físicamente mucho. Ahora es una reacción diferente. La última me desmayé. Algo hace con mis vías respiratorias.
4. Lloré por el rechazo. Y bueno, yo siempre confundo a la amistad con el amor y el amor con la amistad, y es que México Lindo y Querido, aquí las mujeres guapas no tienen amigos. No digo que estoy guapa, pero no estoy tan arrastrada por los perros de la calle.
5. De ahí cotorréamos, conocimos y nos movimos al Mariscos, sólo para no quedar con la cosa tan seca. Agarrar gasolina antes de comenzar a bebernos el cielo.
6. Terminamos en el Chac mool bebiendo, saludando gente, haciendo lo que uno hace cuando se siente social y no encuentra dónde chingados sentarse. Quitar asientos y comenzar el diálogo. El diálogo fue de esta mafia y aquella obra, de cuánto han cambiado los tiempos y qué desgraciados nos estámos haciendo. La verdad no me acuerdo. Para ese momento yo ya me había olvidado del objeto de mis afectos y había conocido raza nueva. Estaba alegre y me movía con el viento.
7. Se nos acabó el dinero y esa fue la búsqueda.  Ahí, fue, en una correteada, que perdí el pie, me lo doble, mas no caí, y empecé a cojear sin saber que tenía una fractura del demonio. Yo volaba, con o sin pies, abría la calle y recorría el asfalto. Estar pedo te ayuda a no sentir...
8. Las caguamas cuando se está herido son más frías. Las amistades más calientes y los besos en pleno Moctezuma son recordados. Besé a dos morros, uno a cada lado. Nada más para que no me faltara distribución de la merca que otro no quiso.
9. Al final toqué la noche en la cama de un motel. No sé si fue Ely o Arlean los que se quedaron a mi lado. Sólo sé que alguien mojó la sábana, ¿con qué?, tampoco lo sé.
10. Desperté viendo las nalgas de Ely, mientras se miraba al espejo después de bañarse, y fue momento de saber que las seis horas de motel habían acabado.  Regresé a casa, donde dormí todo el día queriendo ir al hospital...

http://www.youtube.com/watch?v=1JMrxyv8B_8

miércoles, 7 de agosto de 2013

1. Tal vez mucha gente no crea en el destino o en las casualidades. Y aunque esto fuera una causalidad bien explicada con hechos objetivos, puedo decir que el fracturarme un pie y orillarme a estar en cama, me obliga a escribir.
2. No había escrito nada desde entonces, pero a raíz de los tres días que llevo, he comenzado a hacerlo de nuevo, las ideas van surgiendo poco a poco, como el pico del pájaro recién nacido que rompe el huevo.
3. No fue la borrachera ni la parranda peligrosa terminada en un motel con el pie roto. Fue esto: Que me obligaran a escribir.
4. Dios tiene formas misteriosas de hacer las cosas.
Jesús Clonador
(borrador)
Por Isadora Montelongo 

No sé cómo comenzó todo. Sólo supe que Él estaba aquí, no sólo en todos los canales de televisión o en las Iglesias más importantes de las ciudades. Él estaba  aquí y en todos lados. Lo clonamos, dijo la compañía de genética que llevó a la quiebra a toda la competencia de productos transgénicos y de la famosa oveja Dolly que resultó en un fracaso  muchas décadas atrás. La Compañía Clonadora de Jesús aseguró que la presencia de Él en todas partes, sería un rescate a la integridad perdida del ser humano. Una puerta a la confirmación de la resurrección de la más perfecta creación de Dios en la tierra. La comunión entre la ciencia y la espiritualidad institucionalizada alrededor del mundo.
Yo veía el televisor cuando por primera vez lo vi. Lo habían mantenido oculto por 33 años. Salió ante la humanidad con una bata blanquísima y una barba trigueña y el cabello a rapa, no precisamente con aquella melena con la que las personas le conocíamos desde los primeros tiempos. La pantalla lo hacía ver inseguro. Ni si quiera habló. Se ocultó detrás del Presidente de la Compañía Clonadora de Jesús y del Presidente de las Naciones Unidas, del Presidente de los Estados Unidos, del Presidente del Reino Unido y de la familia Rockefeller.  Todos y cada uno de los Presidentes de los diferentes países que quedaban en el mundo estaban ahí, los dirigentes de la tercera parte del mundo que había sobrevivido a las catástrofes que creímos eran las del Apocalipsis.
Él con los ojos grandes, claros, aceitunados, cristalinos, su cabeza descubierta y su cuerpo alto y esbelto nos hablaba silenciosamente sin hablar.
Respiré y tomé a mi hija de tres años en mis brazos. Le enseñé lo que aquel hombre significaba desde que el tiempo fue tiempo. Mi hija sólo veía a un hombre a rapa común y corriente de bata blanca parado detrás de otros muchos hombres de traje sastre negro.
La Compañía Clonadora de Jesús, aseguró que no sólo se trataba de un clon extraído de la antigua tumba de Jesús que quedó bajo el mar muerto después del tsunami. Sino que se trataba de 33 hombres más, distribuidos en los diferentes países del mundo, movilizándose de ciudad en ciudad, llevando la esperanza humana de la creación a todas partes.
No hablaban, así que no se podía decir que dijeran la palabra de Dios. Sino que llevaban esa presencia silenciosa a todos lados, a los shows de televisión, a las ferias tecnológicas y genetistas, a las reuniones políticas y religiosas,  hasta que llegaron a la ciudad donde crecí toda mi vida.
La ciudad estaba preparándose para la venida de uno de Ellos, los demás recorrerían  y harían gira internacional, por varias partes de la tierra. El gobernador y el alcalde habían formulado un recibimiento de primer mundo, tal cual, lo habían hecho hasta en la población menos favorecida del planeta. Después de las catástrofes todos se habían convencido que la Religiosidad y el Estado  tenían que unirse para reactivar la esperanza humana sobre la hambruna, la devastación, el ataque de las plagas, la contaminación de los ríos y mares y sobre todo del odio humano que había contaminado a la mayoría de los pobladores realizando levantones, revueltas y matanzas por lo poco que quedaba.
Fueron los pocos que quedaron de las congregaciones cristianas quienes comenzaron a dar el primer paso. La Iglesia católica había quedado hundida tras los terremotos terribles que la dejaron destrozada, más los escándalos provenidos dentro de su institución décadas atrás. De las demás religiones no creyentes a Jesús, tomaron voto a favor de la iniciativa que proponía la compañía Jesús Clonador.
La población poco a poco durante 30 años fue volviendo a un cauce normal. Sin embargo, todos sabíamos que se necesitaba más que un milagro para que la humanidad volviera a reaccionar.
La plaza principal de la ciudad había sido reconstruida para la venida de Jesús, la gente aglomerada hacía cánticos de diferentes especies, el lugar era una boca que no dejaba de cantar. Mi hija me miraba con esos ojos vibrantes y oscuros que no sabían lo que esto significaba para la humanidad entera. La esperanza de que todo aquello que había sido destruido, parecía quedarse atrás.
Lorena me miró justo antes de desaparecer entre los escombros y el lodo que arrastró lo último que quedaba fijo a consecuencia de la lluvia. Yo no tuve fuerzas para sacarla de adentro del suelo, cerca de tres años atrás, en la última catástrofe registrada de las cientos que pasaron por tantos años.  La mezcla de escombros y lodo la absorbía y la gente corría desquiciada tratando de salvarse. Nadie ayudó, nadie, en los ojos de la gente había terror. Éramos como animales corriendo de un lado a otro en camadas feroces. Sostuve a nuestra hija y vi cómo su madre desaparecía entre los escombros, ahogándose poco a poco como una flor en el fango que va adquiriendo el color de la muerte.
La pérdida de Lorena fue sólo un comienzo de un bucle de desesperación, hambre, angustia, odio y lucha.
Por días quedamos incomunicados sin nada qué comer, la lluvia siguió y el suelo no era seguro, un golpe de lodo tras otro.
Estar ante la expectativa de un clon de Jesús, abría puertas hacia la luz de una nueva época, hacia la reconstrucción total de lo que el pasado nos había arrebatado en cada rincón del mundo.
Nadie había escuchado a los clones hablar, nadie desde su creación. 33 años habían permanecido en silencio.
¿Cómo pudieron saber que esta vez hablarían? Nadie lo sabía, pero no permitíamos que una duda dejara un hueco dentro de nuestros corazones. No esperábamos que la palabra saliera de sus bocas. Sólo estábamos ahí por un trozo de esperanza.
Todos ayudamos con las palas y carretas a quitarle los cuerpos de nuestros seres queridos a las entrañas del suelo. Desenterré a Lorena, justo frente a los ojos de nuestra hija. Desenterré su cuerpo mojado, pintado de tierra y frío como todo lo que había quedado abajo. Hecho lodo.
Mi hija me abrazó y borré cada recuerdo ante su sonrisa. La plaza estaba de un color blanco, todos con las posibilidades a nuestro alcance se alzaban con la emoción dentro del pecho de presenciar la historia en carne y hueso frente a nosotros.
La plaza tuvo a su Jesús, en una bata blanquísima que se podía ver relucir desde lejos. Los dirigentes políticos y los dirigentes religiosos hablaron, pero Él calló, como un maniquí que sólo mira. Fueron los eventos simultáneos en todas partes del mundo,  a las tres de la tarde fue un silencio, en algunos lados con un sol intenso, en otras con variación de llovizna y vientos leves.
Jesús alzó los brazos a medio discurso del Gobernador y un silencio descomunal se hizo.
─ No hay esperanza, ─pronunció con una voz dulce y clara.
La turba permaneció callada, los corazones en taquicardia y adrenalina querían llorar, gritar, desesperarse, como en los días de las catástrofes.
─ Aquí, no hay esperanza, sino la que el hombre siembre por sí mismo sobre el corazón de su prójimo.
Jesús bajó los brazos y se quitó la bata blanquísima, bajó al tumulto y la gente lo vio caminar. Alguien le dio una camisa, otro le dio su pantalón hasta que lo calzaron y vistieron como a uno de nosotros.
Jesús era un clon de la historia de la humanidad. Bajó y se perdió entre la multitud como cualquier otro.
Eso sucedió en nuestra ciudad, un grito de esperanza que teníamos que sacar de nuestras propias manos para hacerlo realidad.
Luego del evento, en las noticias hablaron sobre otras ciudades del mundo, donde Jesús corrió diferente suerte. En Suecia, por ejemplo, fue asesinado frente a las instalaciones de la Compañía de Jesús Clonador; en Inglaterra, fue acusado de locura y lo llevaron a un manicomio donde jamás le creció el cabello; en España, Portugal, fue aceptado dentro de las Instituciones como un dirigente espiritual. Europa se dividió más de lo que se esperaba a raíz de su clonación, pero acá en nuestra ciudad, dicen que lo han visto por ahí en la lucha libre, en los barrios bajos, de cantina en cantina y hasta en un trabajo de oficinista de ocho horas que no cree que el mundo se salve de lo que el mismo mundo ha creado.
Yo no supe cómo fue, ni cómo comenzó todo, pero sus palabras, las pocas, siguen estando en mi corazón y relucen como la palabra de un Dios cada que veo sonreír a mi hija después de toda la destrucción.

Hoy no vi nada nuevo en las noticias, sólo a mi hija hacer la tarea frente al televisor, recordándome lo mucho que se parece a su madre.