1. Sigo con la novela y quebrando hielo.
2. ¡Sí se puede!
3. Es cuestión de tomar la navaja y seguir el contorno del cuello.
viernes, 16 de noviembre de 2012
Duffy
(borrador)
Isadora
Montelongo
Duffy
rasca las piedras con los zapatos de tacón. El charol ha dejado de reflejar lo que hay debajo de las medias y
ella ha parado de llorar. Rubén la mira desde abajo. No tiene la cámara y se ha
quedado con la pistola de petardos en la mano.
─
¡La cima no es para todos! ¡Por favor, no tires el rollo de fotografía! ¡Duffy!
¡Y si lo haces, hazlo para el lado correcto!
La
última lágrima se estrella en el maquillaje de los ojos y ella se ha dado
cuenta en el lugar en el que se
encuentra.
─
La cima no es para todos, pero los precipicios tampoco, ─termina por susurrar
lo que no puede gritarle a Rubén.
Duffy
hace memoria y sabe que en algún momento entre el auto y la carretera trepó
hasta lo alto de la cima del volcán y lleva ahí parada más de 30 minutos en un
estado de impotencia con la resequedad que han dejado las lágrimas en su rostro.
Nadie
del pueblo los ha ido a buscar. El sol está a punto de caerse detrás del volcán
y partirse en el suelo.
Duffy
tiembla ante la repentina idea de arrojarse al
vacío y oscuro ojo del volcán y terminar lo que ha empezado.
Las
piernas le tiemblan como si tuviera lava corriendo a lo largo de sus muslos
como un montón de cuerdas.
─
¡Vamos! ¡Baja! ¡No seas tonta!
Duffy
mira hacia abajo, tiene el hoyo enorme del volcán apagado ante sus zapatos de
charol y a 10 metros la cara de Rubén apretada por el sol.
Rubén
tuvo que parar cuando Duffy despertó. Ella se puso los brazos alrededor de los
pechos y se percató de todo lo que él hizo con ella.
─
¡Vamos, Duffy! ¿Sabes bien que nadie se
tragará lo que digas? Tú has venido por tu propio pie para hacerte la
modelo más famosa del pueblo.
El
sol tira de la cabeza de Duffy y siente cómo se van quedando las piernas sin
fuerza, sin voluntad ante cualquiera que las quiera.
─
Quiero ir a la cima, ─ella recuerda que le dijo a Rubén, cuando la conoció a la
salida del café del pueblo.
Él
le dijo “lo que tú quieras, con esa cara podrás llegar a la cima” “incluso a
Hollywood” y ella creyó todo con tan solo los primeros intentos de las frases
menos hechas.
Duffy
rasca las piedras con sus zapatos de charol y mira fijamente hacia abajo, el
largo de las piernas estremecen la carne firme que Rubén fotografió a lo largo
de la carretera.
─
Eres el rostro que buscaba, te lo aseguro, Duffy, eres la mejor. No hay dos
mujeres como tú.
Ella
en el auto, de inmediato se puso la blusa, las mallas y la falda, cuando un
estrecho discurso salió de la boca de Rubén, diciéndole que ya no le promete ni
fama ni nada.
─
No finjas, eres una de lo peor, de esas que sobran... ¡Nunca llegarás a ningún
lado!
Duffy
salió corriendo, corrió y corrió, con la fuerza de todas sus piernas hasta que
un petardo la alcanzó.
Algunas
chicas alcanzan la fama entregando su cuerpo, otras alcanzan el suelo,
soportando la suela de los hombres que tienen la fama.
La
cima de un volcán cercano al pueblo, es
todo lo que la salvó.
Duffy
ahí, miró dentro del volcán, apagado, como un gran hoyo, sin poder arrojar ni
una sola llamarada. Así como un hoyo, se sentía ella.
El
sol se estrelló.
─
¡Tal vez no pueda llegar a la cima, ni a Hollywood, pero jamás me apagaré como
un volcán dentro de una fotografía!
Duffy
alzó sus zapatos de charol, y golpeó una
gran piedra que cayó justo en la cabeza de Rubén.
Cuando
Rubén despertó, Duffy ya había hecho justo lo que él hizo con ella.
─Sonríe,
Rubén, esto es sólo una sesión de fotos. Recuerda que no hay pudor para obtener
la fama. Dame tu mejor llamarada de volcán. ¡Justo en la cima, nene!
Click.
domingo, 11 de noviembre de 2012
1. No sé cuántas veces vuelva a comenzar. Tal vez, las necesarias y las que menos me pregunte.
2. Prometí no subir borradores, pero es algo que no cumplo, porque hasta yo soy un borrador.
3. La escritura, vuelvo a ella, con paso torpe y lento, viendo que no he crecido, pero cuando lo haga, seguro que no me daré cuenta de ello.
4. Un abrazo a todos y una disculpa por mantener estas letras en stnby.
5. A echarle ganas y volver, volver, volver, sin bloqueos otra vez :D
2. Prometí no subir borradores, pero es algo que no cumplo, porque hasta yo soy un borrador.
3. La escritura, vuelvo a ella, con paso torpe y lento, viendo que no he crecido, pero cuando lo haga, seguro que no me daré cuenta de ello.
4. Un abrazo a todos y una disculpa por mantener estas letras en stnby.
5. A echarle ganas y volver, volver, volver, sin bloqueos otra vez :D
De lo que las
chicas hacen
Músculo
(borrador)
Isadora
Montelongo
Corina puso la toalla
sobre el mango de la bicicleta, respiró profundo, hinchando su torso de
resignación. Subió al asiento y acomodó su trasero como una noche antes en la
cama de su habitación. Marcos no estaba ahí con la pelvis acolchonada e inmóvil
como en el asiento de la bicicleta, no le pedía pedalear para avanzar. Él sólo
se recuesta y deja que Corina haga de todo, de manera lenta y luego rápida, con
dulzura y desasosiego, y al final él solamente respira y deja salir todo lo que
tiene dentro del vientre depositando el contenido blanco y caliente dentro de
su entrepierna. Corina siempre quiere imaginarse que está sobre la bicicleta y pedalear
rápido sobre el vientre de Marcos para que termine y ella pueda bajar de su
cuerpo cada noche, cuando se trepa sobre él.
El asiento de la bicicleta
le queda un poco incómodo, lo mueve de una lado hacia otro hasta que puede
sentarse cómodamente. Pedalea, quiere salir del empotrado y lanzarse desde el
segundo piso del gimnasio hasta el estacionamiento, correr a toda la velocidad
la bicicleta y dejar escapar algunas lágrimas con el roce del viento en su
cara. Marcos quedará lejos entre más pedaleé y su vulva golpeará el asiento una
y otra vez, sintiendo que la cubierta negra de plástico le acaricia mejor que
cuando Marcos lo hace. Corina ya no quiere treparse sobre Marcos y dejar que
los músculos de su corazón dejen de agitarse. Corina sólo quiere subir sobre la
bicicleta del gimnasio endurecer sus piernas para andar más aprisa sobre la
bicicleta y fortalecer los músculos de su corazón, cada que ella se imagina que
es libre en los momentos que va al gym y pedalea sin sentir la presencia de
Marcos.
jueves, 8 de noviembre de 2012
1. Si el corazón es lo último que envejece, no hay que preocuparse porque el mundo vuele y se caiga a pedazos.
2. Tengo presente a alguien. No sé si me enamoré o lo quiero, pero sé decir, que hace mucho no me pasaba besar a alguien con el corazón.
3. No suelo besar a la gente, al menos no cuando no les quiero. Y debo decir que tengo 3 semanas saliendo con una sola persona a quien no he besado y de repente llega él y todo son (aunque suene choteado) rosas en los labios o nieve (me gusta la nieve) y huele rico.
4. Soy de las mujeres más tontas del mundo. Pero de las que menos guarda rencor.
5. Eso sabe por qué pasan las cosas.
6. El deseo se mesura con la realidad: él no me quiere, porque tiene ya a una mujer en su vida.
2. Tengo presente a alguien. No sé si me enamoré o lo quiero, pero sé decir, que hace mucho no me pasaba besar a alguien con el corazón.
3. No suelo besar a la gente, al menos no cuando no les quiero. Y debo decir que tengo 3 semanas saliendo con una sola persona a quien no he besado y de repente llega él y todo son (aunque suene choteado) rosas en los labios o nieve (me gusta la nieve) y huele rico.
4. Soy de las mujeres más tontas del mundo. Pero de las que menos guarda rencor.
5. Eso sabe por qué pasan las cosas.
6. El deseo se mesura con la realidad: él no me quiere, porque tiene ya a una mujer en su vida.
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